
"He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión..." Lc 22, 15
Sabemos que las actitudes verdaderas no se improvisan, y sobretodo, cuándo la vida está en riesgo... y que aquello que se sostiene desde la apariencia, con el tiempo -dónde ocurren las decepciones- o en la situación difícil, se quiebran.
Jesús, consciente del momento vital que vive, decide seguir caminando hacia "más abajo"; decide seguir encontrándonos allí dónde estamos... allí hacia dónde muchas veces vamos en búsqueda de saciar nuestros vacíos y necesidades.
Cómo había hecho con la Samaritana... Jesús camina al encuentro de aquellos anhelos que son infinitos, porque están hechos a imagen de Aquel que los hizo.
Jesús se pone a los pies; allí quiere encontrarnos... aun con el barro de esos caminos que hicieron alejarnos de nosotros mismos y por ende de la Vida que nos habita.
Qué difícil resulta aceptar que es allí dónde lo vamos a encontrar, cuando seguimos sosteniendo una imagen de Dios, rígida y dura, que sólo acepta lo que consideramos "puro y digno".
Recorrer estos días con Jesús, a través de las celebraciones, es nuevamente ser invitados a permitir que se trastoquen nuestras imágenes de Dios... y junto con ello los modos de entender la vida... y descubrirnos llamados nuevamente, a caminar hacia otras direcciones... hacia lo más pequeño, hacia lo que no cuenta, hacia lo más pobre... con una actitud, la de la entrega y el servicio.
Dios en Jesús, se hizo camino... y no de cualquier modo. Es un camino que comenzó en la pequeñez del pesebre... en lo desapercibido de Nazareth... en las mesas de publicanos y pecadores... en los caminos de la gente... muriendo siendo "contado entre malhechores".
Es un camino que va hacia lo más bajo de nuestra condición humana... hacía lo más lejano de Dios -podríamos decir-. De esa manera su "salida de Dios y su volver a Dios", se transforma en un gran abrazo que no deja nada fuera... a nadie fuera.
Muchas veces no sabremos cómo, pero todo lleva dentro, como en semilla, la promesa de una vida nueva.
Podemos mirar entonces, nuestra vida y el mundo, con un poco más de esperanza, porque no hay nada dónde Dios no ha amado.
Nos haría mucho bien ser consciente de esta certeza cuando, muchas veces, somos incapaces de aceptarnos... cuando no nos toleramos a nosotros mismos... cuando creemos que no es posible seguir caminando...
Jesús nos muestra cómo Dios ha decidido estar en nuestras vidas, sosteniendo desde abajo, animando, bancando, amando en medio de toda situación... por eso podemos confiar que, en medio de nuestra fragilidad está ya la vida que nos fortalece... en medio de toda oscuridad está ya la luz... en medio de toda cerrazón está ya la apertura... que cuando sentimos que morimos, que somos partidos, en medio de esa muerte, está ya la Vida que no se termina.
Nada entonces tiene la fuerza de cerrarnos indefinidamente.
Todo Jesús es "donación del Padre"... todo lo ha recibido de él... todo lo que es y su misión, es don del Padre.
Por eso, todo Jesús es espacio, lugar, momento, palabra, gesto... por dónde Dios nos llega... por dónde Dios se dona a nosotros.
Cómo el pan que se parte... cómo lo vino haciendo desde siempre... cómo se dejará abrir el viernes santo sobre una cruz.
Seamos conscientes de la necesidad que tenemos de recibirnos a nosotros mismos... de aceptar lo que sentimos, lo que vivimos cómo lo que es... porque nadie puede darse si primero no se tiene... no se recibe.
Por eso, en estos días, callemos nuestros diálogos interiores que sólo hacen que nos volvamos a poner en el centro...
Y miremos... contemplemos... no para decirnos donde estamos con respecto a Dios, sino para que surja la admiración y el asombro, ante un Dios que nos encuentra allí dónde estamos... que nos invita a confiar lo que hay en nuestra vida... a aceptar agradecidos la vida como ella está (aun con todo lo que hay que mejorar).
Miremos para ser sorprendidos... para ser seducidos a encontrar felicidad en darnos... que es allí donde se juega lo verdadero...
que somos libres, verdaderamente libres, cuando dejamos de buscar autoafirmarnos... que es allí donde encontramos la paz porque los demás dejan de ser enemigos.
Contemplemos para descubrir, con muchísimo agradecimiento, la ocasión de vida que hemos sido para mucha gente.
Y recordemos que todo esto sucede en la noche.. en el silencio de una habitación en medio de una Jerusalén alborotada y ruidosa; allí Jesús siguió siendo lo único que quería ser "el entregado del Padre"... expresando de esa manera lo que significa "amar hasta el extremo"... Jerusalén no se enteró ... cómo sucede con el grano de trigo que cae en tierra y muere.
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