martes, 10 de diciembre de 2024

DescuBriendo los proFetas de nueStra viDa... Lc 3,1-6



"En el año quince del reinado del emperador...
bajo el sumo sacerdocio de Anas...,
VINO LA PALABRA DE DIOS sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto..."


Hacía tiempo que la PALABRA no era escuchada de esta forma.
Y esto no sucedió en un tiempo ideal y favorable... sino que se escuchó dentro de la historia tal y como estaba.
Y no se escuchó en medio de palacios o templos... SINO EN EL DESIERTO.

EN LA HISTORIA TAL Y COMO ESTABA.
Y EN EL DESIERTO.

Una vez más la historia de cada uno aparece como el escenario donde el drama de la libertad personal juega su mayor lucha: ¿Cómo elegimos? ¿Qué escuchamos para hacerlo? ¿Nos dejamos llevar o nos detenemos a pensar desde dónde estamos eligiendo?... y ¿Cómo interpretamos lo conflictivo del camino?

Necesitamos entonces volver a encontrarnos con que nuestro camino de liberación no es algo que sucede lineal-mente... sino que toma atajos... tiene idas y venidas... esta lleno de confianzas y dudas...

¿DE DÓNDE ENTONCES ESA SENSACIÓN DE QUE "TODO ESTA PERDIDO"?
¿De dónde la desilusión que está pegada al corazón?
En medio de esa historia en donde muchas situaciones de la vida se convierten en nuestros desiertos porque nos llevan al límite... es el lugar donde la palabra de Dios viene.

Y esto sucede no sin antes exponernos a nuestras verdades a medias... a nuestros deseos torcidos... a las colinas del orgullo levantadas para evitar el encuentro con el otro... a esos abismos donde somos llevados por culpas que no soltamos.
Esto sucede no sin antes exponernos al miedo a quedar solos... a las vergüenzas que nos ocultamos... a las continuas dudas sobre si somos buenos o no... etc...

Y es allí... en la carne rota y herida de nuestra humanidad donde Dios está... donde Dios viene... donde Dios se hace VOZ... se hace PALABRA... se hace CARNE.

Pero tal vez nosotros seguimos enganchados con ese dios que mira con desprecio lo que nosotros consideramos feo... con ese dios que está ahí para castigarnos... o probarnos... que para que él venga nos tenemos que convertir... siendo más profetas de Juan que de Jesús, del cual se separará en el anuncio de cómo es Dios... a quién nada debemos temer.

DIOS SE HIZO CARNE
PARA QUE EN NUESTRA CARNE LO DESCUBRAMOS A ÉL.

La ENCARNACIÓN se convierte entonces en una invitación a no rechazar nada de lo que nos pasa... a permitirnos ser amados allí donde parece que nadie nos puede amar... a soltar esa duda que muchas veces nos persigue de si somos valiosos o no para alguien.

Entonces "las colinas del orgullo" construidas para asegurar ese personaje detrás del cual nos escondemos podrán bajarse... "los valles de nuestra confianza" atravesados por tantas exigencias inútiles podrán elevarse... "lo torcido de nuestros afectos" que buscan agarrar y consumir podrán enderezarse y "lo escabroso de nuestros razonamientos" que creen que todo pasa porque lo han pensado podrán abrirse a la novedad del Reino.

Y en el trato hacía los demás será tan patente percibir "los modos de Jesús" que se hará carne aquello de que "todos verán la salvación de Dios".

ENTONCES AQUELLAS MISMAS SITUACIONES, 
TEMIDAS Y NO QUERIDAS,
SE HAN TRANSFORMADO EN NUESTROS 
PROFETAS DE LIBERTAD.






Junto a María recordamos:
Tiempo de Adviento.
Tiempo de los que andan DESPIERTOS.

TIEMPO DE PROFETAS: de aquellos que saben quienes son 
y ayudan a los otros a descubrir lo mejor que tienen... su propia humanidad. 

Y denuncian lo injusto...
lo que oprime... allanando los caminos...
Iluminando vidas...

ADELANTANDO REINO.

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