
"El que tenga dos túnicas que dé una - lo mismo el que tenga comida - que la comparta...
el que cobra impuestos o hace negocios que sea justo... el que tenga autoridad no extorsione ni se aproveche de los demás..."
Una religiosidad que no pasa por la búsqueda del bien del otro es algo falso... una búsqueda de Dios que no se expresa en una mayor compasión y justicia hacía los demás es una falsa religiosidad.
Y aunque en estas palabras podemos percibir lo que Jesús también nos dirá, debemos prestar atención al desde dónde se invita a obrar así. Para Juan el Bautista, la justicia hacía los demás es una forma de evitar el juicio de Dios que viene... Dios será bondadoso con nosotros porque fuimos bondadosos... Dios nos perdonará porque perdonamos... Dios será justo con nosotros porque lo fuimos...
Para que Dios nos acepte debemos convertirnos.
El juicio y el miedo obligan.
Y de allí nace el mérito y el reclamo.
Y se cae en la frustración y el enojo.
Y tal vez esta manera de pensar y actuar -tan predicada- sigue siendo aceptada por nosotros con mucha fuerza porque tal vez nuestra duda, de que si somos buenos o no es muy grande... quisiéramos saber que hacer para que nos acepten.
Lo que buscamos en las relaciones con las personas lo terminamos buscando también en Dios.
¿QUÉ TENEMOS QUE HACER?...
para que nosotros y los demás piensen bien de nosotros o para evitar un juicio o una crítica.
Cuánta energía gastamos queriendo saber como nos ven los demás... como nos perciben los demás.
Cuánta culpa y auto-reproche nos hacemos cuando experimentamos la falla y la equivocación.
Cuánto mal trato nos hacemos cuando esto pasa.
Cuánta presión para que esto no se vea.
Y cuánto enojo hay dentro nuestro porque los demás no responden a esas necesidades.
Cuántas veces nos encontramos hablando en nuestra fantasía con aquellos que hemos percibido como enemigos a nuestra estima.
Y cuánta ansiedad y angustia nos arrastra por no darnos cuenta de estar dependiendo de esas búsquedas... y cuántas veces sentimos que los demás roban nuestra tranquilidad y privacidad... sin darnos aquello que decimos merecer.
SI NUESTRA IDENTIDAD SE PONE EN JUEGO en lo que nosotros o los demás piensan a partir de lo que hacemos o decimos... estamos casi obligados a aparecer perfectos y maduros... y completos y sanos.

INCOMPLETOS Y ROTOS.
AMADOS Y HABITADOS.
Nuevamente surge la necesidad de la soledad y el silencio como espacio donde se desmantela el personaje que llevamos dentro.
SOLEDAD Y SILENCIO... no para sentirnos bien...
SINO PARA ENCONTRARNOS CON JESÚS QUE ES NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD.
Encontrarnos con Jesús es encontrarnos con la Verdad que nos anuncia con su encarnación QUE HEMOS SIDO AMADOS DESDE ANTES DE LA CREACIÓN DEL MUNDO EN ÉL...
Hemos sido aceptados desde siempre...
y esto no depende de nuestras buenas obras... no depende de nuestra perfección.
El punto de partida entonces para obrar el bien es otro, no es por miedo a un juicio sino por sabernos objeto de la Bondad de Dios.
El "desde dónde" es haber encontrado la propia verdad que nos libera de nuestros auto-reproches, de las desvalorizaciones y de buscar en los demás eso que sentimos que nos falta...
El "desde dónde" es haber encontrado una identidad que no necesita usar a los demás para sentirse bien...
LOS DEMÁS...
- liberados de que nos den lo que nosotros sentimos que nos falta...
- liberados de los juicios que hacemos a sus situaciones personales...
- liberados de nuestros puntos de vista...
- liberados de nuestros enojos, de nuestros chantajes y manipulaciones...
- liberados de nuestras búsquedas de competencia...
...MOSTRARÁN SU VERDADERO ROSTRO... QUE COMO EL NUESTRO RECLAMAN COMPASIÓN.
El juicio -sea el que sea- o la espera de recompensa -sea la que sea- limita la compasión... limita quienes somos... limita que nuestra verdad aparezca... limita nuestra verdadera libertad.
Estamos llevados a hacer el bien porque nos habita "el Todo Bien, el Bien total"...
Estamos seducidos a perdonar porque nos habita el Perdón...
Estamos convocados a dar paz -aunque no la sintamos- y a amar siempre porque nos habita quién es la Paz verdadera... y el Amor que nos amó primero y no deja de hacerlo...
Y ESTO SOLO ES POSIBLE A PARTIR DE UN ENCUENTRO QUE SE DA EN EL SILENCIO Y EN LA SOLEDAD...
ENCUENTRO QUE DA IDENTIDAD.
IDENTIDAD QUE DA VERDAD.
El juicio -sea el que sea- o la espera de recompensa -sea la que sea- limita la compasión... limita quienes somos... limita que nuestra verdad aparezca... limita nuestra verdadera libertad.
Estamos llevados a hacer el bien porque nos habita "el Todo Bien, el Bien total"...
Estamos seducidos a perdonar porque nos habita el Perdón...
Y ESTO SOLO ES POSIBLE A PARTIR DE UN ENCUENTRO QUE SE DA EN EL SILENCIO Y EN LA SOLEDAD...
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