¿Cómo abrirse a formas nuevas que expresen mejor hoy la novedad del Evangelio sin despreciar el camino recorrido o las formas que tal vez para las nuevas generaciones no les dice nada?
¿CÓMO SER FIELES A DIOS
sin caer en la observancia calculadora y medida?
El pueblo de Israel vivió la experiencia de Dios teniendo la Ley dada por Moisés e interpretada a lo largo de los años como algo que era "perfecta... reconforta el alma... ilumina los ojos..." (cfr Sal 19 -18-)... era lo que hacía que te encontrarás en los caminos de Dios. ERA LA ÚNICA Y ABSOLUTA VERDAD QUE TE HACÍA CONOCEDOR DE DIOS.
Qué difícil les debe haber resultado a aquellos hombres escuchar que Jesús no sólo decía que la Luz es la vida de aquellos que lo siguen sino que además él mismo será quién lleve a plenitud aquello que se les había dado... que ellos se habían olvidado de lo esencial de la ley y se estaban preocupando por el cumplimiento de lo añadido.
Las palabras de Jesús vienen a ser -en primer lugar- una clara invitación a descubrir esa tendencia de quedarnos en la interpretación de un tiempo que crea formas... y que al conservarlas y cumplirlas da la impresión de estar cumpliendo con Dios... olvidándose del "querer de DIos" que siempre será Amor sin límites... Perdón que posibilita la vida... etc.
El Evangelio nos alerta sobre esa tendencia a reducir la fe al cumplimiento de normas y ritos que nos aleja del mandamiento de Dios... o de otra tendencia como puede ser el separar el encuentro con el otro (llamase servicio o la vida cotidiana) de la eucaristía o de la comunidad.
Una nos hace observantes pero hipócritas...
Nos hace personas "buenas" que por cumplir con lo mandado se creen justificadas para no comprometerse con el dolor o con la pobreza de los demás.
La otra nos hace gente comprometida pero sin una espiritualidad profunda que la sostenga por lo que llenará el desgaste de la entrega con cualquier otra cosa.
¿QUÉ LE PASA AL CORAZÓN QUE HACE DE LA OBSERVANCIA EXTERNA SU PRINCIPAL PREOCUPACIÓN OLVIDÁNDOSE DEL DOLOR Y DE LA POBREZA DE AQUELLOS QUE DIOS LLAMA "HIJOS"?
Con cuanta cosa podemos defendernos de DIos!!!
"Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de Cielos..."
Una religiosidad al estilo de los fariseos es una religiosidad controlada y pesada... que puede medirse en sus expresiones exteriores... que hace sentirse mejores que los demás hasta el punto de despreciar al resto... que vuelve a las personas rígidas... duras... angustiadas y frustradas al notar que nunca llegarán a cumplir totalmente con todo.
Cuánto hemos reducido el "seguimiento de Jesús" al simple cumplimiento de normas y ritos.
Cuánto hemos condicionado la "búsqueda de Dios" a una práctica religiosa.
O cuánto hemos reducido a Dios a nuestra pobre subjetividad que dicta donde buscar o por donde caminar escuchándonos sólo a nosotros mismos.
¿DÓNDE ESTÁ JESÚS EN NUESTRO DIÁLOGO INTERIOR?
Jesús nos invita a ir más allá... nos invita a percibir que adherirnos al Dios que nos habita es dejarnos llevar por una dinámica de "siempre MÁS"... por una dinámica que nos humaniza... donde el "pero yo les digo" es expresión de lo olvidado de cómo fuimos creados.
LOS MODOS DE JESÚS
EXPRESAN LO MÁS GENUINO
DE NUESTRA HUMANIDAD.
Por eso no bastará con "no matar"; sino que cualquier expresión negativa hacía el otro deshumaniza... es contraria a la propia humanidad que sabe de lucha y aceptación... de tiempo y espera... de límite y comprensión.
NO bastará para hacer de la propia vida un lugar de encuentro con Dios el hacer ofrendas... el cumplir con ritos y leyes... será necesario abrirse al perdón que lleva al encuentro con el otro... sólo allí el corazón y las manos se liberan... en el encuentro con el otro nos encontramos con Dios.
Por eso no bastará con no transgredir leyes para comprender el Amor que es la "plenitud de la Ley"... sino que sólo si estamos atentos al cuidado de la dignidad de todos -de los hombres y de las mujeres- comprenderemos que DIos ama... y sabremos quienes somos.
Nosotros como aquellos fariseos necesitamos re-encontrarnos con la fuerza del Evangelio que nos despierta a la COMPASIÓN y a una infinita BONDAD DEL CORAZÓN...
COMPASIÓN Y BONDAD que conducen al descubrimiento de que buscar hacer felices a los demás nos libera de nosotros mismos.
COMPASIÓN Y BONDAD que nos hace crecer en CONFIANZA…
Que nos hace experimentar PERDÓN y aceptación en medio de nuestra fragilidad y debilidad…
QUE SÓLO SE RECONOCEN EN UNA PERSONA CUANDO HA HECHO DE SU PROPIA VIDA UN DON PARA LOS DEMÁS.
...y esto es lo más genuino de nuestra humanidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario