sábado, 7 de marzo de 2020

"Atrévete a ESCUCHAR..." Mt 17, 1-9

"Seis días después..."  de aquel primer anuncio que había tirado por tierra la idea de un Mesías liberador y poderoso contando en su camino con la incomprensión y la cerrazón hasta llegar a la propia muerte si se continúa por este camino.
"Seis días después..." Jesús invita a subir... invita a un esfuerzo... a la fatiga de exponerse a que las ideas de Dios y las propias expectativas se rompan...  

Invita a dejar la tranquilidad y la seguridad de la llanura... la claridad de los caminos...
Invita a entrar en la nube... la del "no saber" y la del "no control"... condiciones indispensables para dejarse encontrar con la "novedad del Evangelio"... condiciones para creer... para seguirlo... para saber quién es él y quienes somos nosotros... a que estamos llamados.
QUE MANÍA LA NUESTRA DE QUERER ENCASILLAR A DIOS.

Para ir detrás de aquellos discípulos... necesitamos en primer lugar, sacarnos la idea de que estamos ante una crónica de la vida de Jesús... porque es difícil creer que cuando todo el evangelio invita a mirar hacia abajo y a caminar hacia allí... ahora nos dicen lo contrario.
No parece ser propio de la encarnación el aparecer con tanto brillo y poder para hacer más llano el camino de la fe… Y más si tenemos en cuenta el rechazo a hacer cosas espectaculares que hizo Jesús en el relato de las tentaciones.

Tal vez necesitamos seguir descubriendo que estamos ante un relato que con elementos muy conocidos por el mundo religioso judío nos intenta revelar quién es Jesús… y que significa seguirlo…

Nos intentan decir... QUE LE PASA A NUESTRA VIDA CUANDO NOS DECIDIMOS IR DETRÁS DE ÉL.

Como a los discípulos Jesús nos invita a subir al monte... que en la Palabra de Dios siempre aparece como el "lugar del encuentro con Dios"... basta con recordar a Abrahán o a Moisés o a Elías.

LA TRANSFIGURACIÓN EN NOSOTROS COMIENZA SUBIENDO... DEJANDO... SALIENDO. 
Saliendo de aquellas cosas que al hacernos sentir satisfechos nos mantienen dormidos y desatentos a nuestros verdaderos anhelos.
Dejándonos de mentir... abandonando los propios engaños... dejando que el personaje que usa tantas caretas se rompa...
Subiendo al monte... llevando con nosotros el dolor que nos ocasiona la vida... llevando las molestias que nos han causado las frustraciones...
Dejando también el auto-reproche que viene de esa interpretación tan unilateral y culposa que arrastramos de una catequesis errada...


JESÚS NOS INVITA A SUBIR QUE NO ES OTRA COSA QUE BAJAR A LO MÁS VERDADERO DE NOSOTROS MISMOS.

Y AL MISMO TIEMPO DESCONOCIDO.

eL MONTE se transforma para nosotros en imagen de la propia vida -con toda su historia personal- que se vuelve un lugar  de encuentro donde Dios habla... donde Dios invita a escuchar.

De ahí el diálogo con Moisés y Elías... con la Ley y los Profetas.
TODA LA HISTORIA ENCONTRADA EN LA PERSONA DE JESÚS.
REVELÁNDONOS UN ROSTRO NUEVO DE DIOS.

Y a más luz... a más verdad... más temor y desconcierto...
Cuánto miedo nos provoca el sentirnos tan frágiles... tan dependientes de las cosas y de los demás... Cuánto miedo nos provoca el comprobar que no somos ni seremos perfectos...

Y allí en la oscuridad de nuestras propias seguridades... en medio de la nube... cuando las propias máscaras e imágenes de nosotros mismos se han  roto... cuando los esquemas de lo que creemos no alcanzan y sentimos que hemos perdido pie... en medio de la noche...
NOS INVITAN A ESCUCHAR.

Sabiendo también que somos nosotros mismos, con nuestras propias interpretaciones y juicios, los que podemos poner obstáculos para propia transformación personal.

"Y cuando se escuchó la VOZ Jesús estaba solo..."
Ya no será ni lo que esperamos ni lo que imaginamos.
No será ni lo que pensamos de nosotros mismos o lo que los demás piensan de nosotros.
Ni siquiera aquello que experimentamos como fragilidad y debilidad.

LO QUE DIGA QUIENES SOMOS Y QUIÉN ES JESÚS EN NOSOTROS.


Nuestro camino de transformación en Jesús acontece por la disponibilidad a la escucha... que se hace gesto y palabra de entrega a los demás.


Entonces al "bajar del monte" cada persona... cada acontecimiento... cada dolor o alegría de la vida... cada encuentro o cada desencuentro... se transformará en una voz.

Padre, que nos atrevamos a escuchar 
las voces de aquellos que hoy son tu Voz...
Y que podamos reconocer a tu Hijo Transfigurado
en los gestos de Reino que crean comunidad...
que perdonan... que sirven a los demás.
Amén 





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