domingo, 29 de junio de 2025

JESÚS. humanidad AMIGA de toda humanidad. Mt 16, 13-20

"Y USTEDES, 
¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?"

Estamos ante una de las preguntas que atravesó el corazón de las primeras comunidades.
Pregunta que así como los alcanzó a los discípulos en el camino y fuera del territorio hebreo, así también nos alcanza, cuando la vida se encarga de hacernos dar cuenta de que, "somos caminantes"; y esto sobre todo cuando irrumpe una situación que nos saca y nos aleja de lo seguro y conocido.



¿Quién eres Jesús de Nazaret, en esta situación que sigue golpeando nuestras vidas y nuestras familias?
¿Dónde estás en medio de lo que nos pasa?
¿Qué es, lo de Dios, en todo esto?

Qué difícil no responder confundiendo a Dios con nuestras propias expectativas, o con esa catequesis aprendida hace mucho tiempo, que solo ha generado más culpa y más miedo.
Que difícil cambiar la manera de mirar... y soltar formas de pensar que traemos de años.
Que difícil entrar en la confianza, abiertos a la escucha, dejando que la vida nos enseñe... y sobre todo cuando esta toca nuestros límites.

¿Dónde está Dios cuándo somos atravesados por el dolor? ¿Dónde está Dios en la situación de guerra que deja tanta humanidad expuesta? ¿Dónde está Dios en la precariedad en la que viven tantos hermanos nuestros?

¿Dónde está Dios en la tristeza de tantos jóvenes que ya se sienten cansados de vivir o se han entregado a la droga?
¿Dónde está Dios en la situación económica donde muchos siguen pensando sólo en ellos, hasta el punto de hacer ostentación de lo que tienen?

Tal vez, estas experiencias y muchas otras con las que nos encontramos, pueden acercarnos, como si fuesen "puentes", a lo que sintieron los discípulos con Jesús.
Ellos hubiesen querido que lo prometido por Dios, se acercara a ellos bajo los rasgos que ellos manejaban desde siempre... respondiendo a las expectativas que habían aprendido.

Pero Dios, les salió al paso en este hombre Jesús, con unos modos y unos gestos, que lejos estaban de todo aquello que ellos habían aprendido.
Un Dios venido de Galilea... calzado con sandalias... amigo de publicanos y pecadores... durmiendo en el camino sin lugar dónde reclinar la cabeza.

Los discípulos, no pudieron comprender de una, la novedad que allí se les presentaba…

La novedad incomoda; y por ende se la rechaza de una… o se la intenta encasillar en lo que ya se sabe, cómo una manera de manejarla.
Sin darnos cuenta que lo mejor sería callar y aceptar no saber... y abrir las manos para recibir... descubriendo así que, en nosotros sólo está el deseo de... y no el realizarlo.

"EN EL CAMINO"...
en el lugar donde los pies dejan paso al corazón, Jesús comienza a preguntar sobre lo que la gente dice de él... no tanto porque le preocupara lo que la gente pensaba de él sino porque tal vez se daba cuenta de que sus discípulos no iban entendiendo nada. 
Ellos por su parte, sienten que pueden manejar aquella pregunta... trasmitir información es algo que cualquiera puede hacer... pero de repente esa pregunta es a la propia vida:

 "Y USTEDES, ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?"
No es posible contestar con definiciones de catecismo o con frases hechas.
Somos obligados a inventar una respuesta que necesariamente debe surgir de la experiencia.
Es el momento donde sentimos que la palabra que damos nos compromete... solo sabemos de Dios lo que vivimos... 
Una respuesta. Y la vida, con él, se convierte inmediatamente en una cosa seria. 

"Pedro respondió: TÚ ERES EL MESÍAS"
Es como si hubiese dejado de lado todo lo que sabía y escucho... es como si la aceptación sentida y vivida junto a Jesús le hubiese dado la claridad para poder ver en aquel hombre de galilea -que hacía lo mismo que él hacía- al Dios que tantas veces había escuchado que acompañaba y salvaba a su pueblo.

Pero esta no era la meta a la que tenía que llegar. Tal vez Pedro pensó que habría aprobado los exámenes y que el camino terminaba con descubrir esto. Pero este era un punto de partida.
Había que comenzar ahora un camino donde el rostro de Jesús se le iba a ocultar cada vez más... 
Y tal vez por eso los hace callar, la comprensión de su persona como Mesías no será del todo verdadera hasta después de la pascua.

De seguro tiempo después, comprendieron que lo realmente importante no había sido saber esto o aquello de Jesús... ni siquiera el haberlo visto... sino que lo realmente importante había sido el aprender a mirar la vida desde una perspectiva nueva... donde sus gestos y palabras podían tener el mismo sentido que el de Jesús, el de abrir o cerrar la vida de las personas... haciendo que todo lo humano fuese siempre un espacio de posibilidad.

De ahí, las palabras que dirige Jesús a toda la comunidad, en la persona de Pedro, siendo él "expresión de unidad".
Palabras que invitan a dejarse llevar por esa fuerza que tiene la capacidad de abrir y cerrar... posibilitando vida donde hay muerte... confianza en la apertura frente a toda cerrazón... brindando ternura frente a toda dureza... 
haciendo del perdón un camino de libertad... 
brindando humanidad.
Hacer lo contrario es no ser comunidad. 
No ser Iglesia de Jesús. 
Es no ser Jesús. No ser más humano.

¿Dónde está Dios entonces hoy?
En la cercanía que se regala... en la preocupación que se brinda... en el ánimo que se comparte... en el servicio que se da... en la escucha que se recibe... en el cariño que sostiene… en la resistida esperanza.

¿Quién eres Jesús?
Tal vez nos sorprenda la respuesta:
Soy tu humanidad en camino.
Soy tu humanidad cuando se hace "samaritana".
Soy tu humanidad herida y pobre.
Soy tu humanidad atenta a todos.
Soy tu humanidad que ama y se deja amar.
Soy tu humanidad violentada y empobrecida.
Soy tu humanidad gritando justicia. 
Soy tu humanidad cuando comparte lo que tiene.
Cuando se pone del lado del más débil.

Soy tu humanidad que desea... que busca... 
que sufre... que ama... que sirve.
Soy tu humanidad amiga de toda humanidad.




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